La historia con Nicaragua y con los NATRAS ha sido un proceso de ir abriendo el corazón y dejarse enamorar. Desde el primer verano, a ir con el MCECC, hasta hoy… ¡¡¡Han pasado tantas cosas!!! ¿Qué os podría contar? Os diría que Nicaragua es contraste, es belleza, es injusticia, es historia de transformación, es polvo en los pies y corazón abierto, es alegría de los “chavalos” y “chavalas” cada tarde, es la acogida de la gente, es un abrazo de aquellos necesarios, es poder hacer tortillas con Doña Júlia y jugar con José, Blanca, Eunise en el barrio. Nicaragua es herida, esperanza… y sobre todo, MUCHA VIDA.
Y dentro de Nicaragua… NATRAS. Un proyecto donde se pone todo el corazón y toda la energía para ofrecer un espacio a los niños donde aprender, jugar y descubrir otras formas de relacionarse con los demás y con el mundo. Me gustaría hacerlos presentes a todos… Lucas, Estefani, Pedro, Anayanci, Cristian, Ada, Lisseth, Marlon, Jefri, Angie… ¡¡tantos!! Hacerlos presentes… con sus sueños, la firme voluntad de tirar adelante, el enorme y precioso misterio que son cada uno de ellos… Asistir al proyecto implica compartir y vivir mucho con los “chavalos”. Eso quiere decir irse dejando tocar y cruzar por su realidad… que da aún más ganas de trabajar duro. Aprender mucho de los educadores de aquí, con los cuales se trabaja codo con codo.
E ir conociendo a la gente de la comunidad y del barrio… Descubriendo y dejándose desbordar por la generosidad en la acogida y en la relación. Viendo cómo nace la esperanza por todas partes y cómo parece que el sufrimiento no tenga la última palabra. Como decía antes, realidad a la vez herida y esperanzada. Aquí en Nicaragua he entendido cosas del Evangelio con claridad.
Poder compartir el estar aquí, en grupo, en una pequeña comunidad, con quien poner palabra, celebrar las alegrías y la vida, dar espacio a los silencios, a las preguntas, las contradicciones, las tristezas y los deseos de transformación…es un verdadero regalo. Y es que TODO lo es… el poder ser, poder vivir, poder compartir con los niños y con la gente.
Para terminar, quiero compartir una frase que nos acompañó mucho este verano y que resume muy bien lo que vivimos.
“Al final del camino te preguntarán:
- ¿Has vivido? ¿Has amado?
Y tú, sin decir nada,
abrirás el corazón y será vertiente de nombres”
P. Casaldàliga