El punto de encuentro del tiempo libre educativo
26 de abril de 2024
14/10/2015 14:06h
Entrevista a Imanol Zubero, sociólogo
"Los objetivos del tiempo libre deberían girar en torno a la naturaleza convivencial y relacional de las organizaciones"
Entrevista Zubero
Autor: Quim Moreno

Nacido en Alonsotegi (Bizkaia) en 1961, Imanol Zubero es Doctor en Sociología, profesor titular de Sociología en la Universidad del País Vasco y presidente de la Asociación Vasca de Sociología y Ciencia Política. Ha destacado por su vinculación a movimientos ciudadanos y organizaciones sociales a favor de la paz en el País Vasco, siendo uno de los impulsores de Gesto por la Paz.


También ha sido concejal en el ayuntamiento de Alonsotegi (2001-2007) por la candidatura vecinal Alonsotegiko Ezkerra y senador electo por Bizkaia en las listas del PSE-PSOE-EE (2008-2012).


El próximo 17 de octubre, en Barcelona, realizará la ponencia final en el 3r Congreso de tiempo libre educativo que con el título “La contribución del tiempo libre educativo en la sociedad del s. XXI”. El congreso lo organizan Didania y la Fundación Pere Tarrés.


Estos dos blogs retratan algunas de sus preocupaciones e intereses: http://oficiodesociologo.blogspot.com.es y http://imanol-zubero.blogspot.com.es.

 

 

 

Déjeme empezar la entrevista hablando de educación. La pregunta del millón. ¿Cuál es la contribución del tiempo libre educativo (TLE) en la sociedad del s. XXI?
En la medida en que el mundo de las organizaciones e iniciativas relacionadas con la educación en el tiempo libre es muy diverso y plural, me resulta imposible dar una respuesta unívoca y clara a esta pregunta. Sin duda, hay muchas y muy variadas contribuciones, en escalas territoriales y con horizontes de intervención distintos, que exigirían juicios o valoraciones adaptados a cada una de ellas. Lo que sí tengo muy claro es que esta contribución tiene más importancia que nunca en la sociedad actual. Su objetivo debería ser la reivindicación y defensa del tiempo libre como un tiempo liberado, a resguardo de la voracidad del mercado, que sólo aspira a convertir el tiempo libre en tiempo para el consumo; un tiempo libre que sea útil pero no utilitarista, que no sea una “pérdida” pero que tampoco esté al servicio de la ganancia; un tiempo al servicio de la humanización y de la construcción de convivialidad.

 

¿Responde el TLE a lo que le pide la sociedad actual? ¿Cuáles deben ser sus retos?
No creo que haya una sola demanda que la sociedad actual dirija al TLE. Más bien pienso que existen múltiples demandas, no siempre coherentes. Las familias pueden pedir que el TLE sea una herramienta que permita la conciliación laboral-familiar (un espacio donde poder “dejar” a los hijos sin preocupaciones); las instituciones políticas pueden soñar con un TLE que sirva para construir ciudadanas y ciudadanos encuadrados en un determinado marco ideológico; las empresas igual desean un tiempo libre en el que colocar sus productos y formar consumidores; igual las instituciones educativas desean que el tiempo libre sea un complemento de la educación formal… Yo creo que las organizaciones del TLE tienen que ser muy conscientes de esta pluralidad de demandas, claro que sí, pero no deberían ponerse al servicio de ninguna de ellas, sino discernir entre todas y plantearse sus propios objetivos. Objetivos que, como apuntaba antes, deberían girar en torno a la naturaleza convivencial y relacional, constructora de vínculos y de tejido social, de las organizaciones del TLE.

 

¿Si yo le pido trabajo y en mi CV pone que he sido monitor lo tendrá en cuenta? ¿Es un valor añadido en la inserción sociolaboral?
Esta es una pregunta muy interesante. En otros países, y el ejemplo más claro es Estados Unidos, tener experiencia de trabajo voluntario en organizaciones del tercer sector es un valor añadido a cualquier currículum, un indicador de compromiso cívico, pero también de competencias. Desgraciadamente en España las cosas no son así. Aquí parece como si el voluntariado fuese cosa “de curas” o de gente sin otra cosa mejor que hacer. Y es un error porque, como digo, el mundo de la acción voluntaria nos permite desarrollar capacidades, actitudes y competencias de liderazgo, compromiso, resolución de conflictos, empatía, comunicación, solución de problemas, etc. Que son fundamentales para trabajar y vivir en sociedades complejas.

 

¿Es la educación en el tiempo libre una escuela de liderazgo con un potencial compromiso social?
Sin duda. Los caminos por los cuales cada una o cada uno accedemos a la educación en el tiempo libre pueden ser muy diversos, lo mismo que las motivaciones para hacerlo (desde el compromiso más puro hasta el proyecto profesional), pero cuando nos mantenemos un tiempo en ese ámbito el compromiso se convierte en el elemento esencial.

 

¿Cuál debería ser la relación entre escuelas e institutos y la educación en el tiempo libre?
Debería ser una relación de continuidad. Cada ámbito tiene sus propias características, no deben confundirse, pero tampoco pueden vivir uno de espaldas al otro, ni funcionar de manera subordinada. Todo lo que sea aislar a la escuela de su entorno (familia, medios, barrio, sociedad civil, etc.) produce disfuncionalidades educativas evidentes.

 

¿Y la de las familias con los monitores?
Las familias, las madres y los padres, no deberíamos pensar en la educación en el tiempo libre como una simple solución temporal a problemas puntuales de conciliación (cuando no coinciden nuestros horarios laborales con el horario escolar), sino como un espacio formativo de primer orden.

 

¿Cómo cree que la sociedad visibiliza nuestro sector? ¿Qué aportamos realmente?
Seguramente el TLE sufre un cierto déficit de visibilidad, un emborronamiento de su realidad. Por un lado, puede considerarse que forma parte del espacio del tercer sector, pero no tiene esa dimensión inmediatamente “social” (o, más bien, socioeconómica) de otras organizaciones más conocidas. Por otro, hay quienes pueden pensar que se trata de un ámbito subsidiario, que hace cosas que deberían hacer las familias o las escuelas, aunque por diversas razones no puedan hacerlas. Sin embargo, quienes tienen conocimiento directo de este mundo (porque en su tiempo fueron voluntarios, o porque sus hijas e hijos participan en actividades de TLE) lo valoran grandemente. ¿Por qué? Porque permite experiencias de auténtica humanización que nos convierten en mejores personas y que no son tan comunes en nuestra vida del día a día.

 

(Extracto de la entrevista publicada en el Monitor Educador nº 168)

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