El punto de encuentro del tiempo libre educativo
20 de abril de 2024
El derecho a la participación
Roger Buch
Politólogo y profesor de la URL-Fundación Pere Tarrés
blocdenroger.blogspot.com

El derecho de participación lo podemos entender en un sentido amplio, que incluye la libertad de pensamiento, la libertad de expresión, el derecho a opinar, la libertad de asociación o el derecho a estar informado. En un sentido más estricto nos referimos al derecho a la participación ciudadana, es decir a dar voz y protagonismo a los niños en la definición de cómo tiene que ser su entorno.

 

Para que los niños ejerzan su derecho de participación es importante hacer extensiva la participación en diferentes espacios de la propia vida evitando el paternalismo y que puedan vivir experiencias participativas diferentes con varios grados de intensidad. Experiencias que se viven de manera natural, por ejemplo, en el marco de la familia y de manera más explícita en la escuela con los consejos escolares, las asambleas de aula o recibiendo también contenidos y experiencias de participación política, aprendizaje que algunas escuelas están introduciendo de manera imaginativa.

 

Otro espacio en auge los últimos años es la participación incentivada en procesos participativos, especialmente pensados para que los niños se impliquen. Nos referimos a los órganos estables que se han ido impulsando como los consejos de niños y adolescentes de ámbito local, donde los niños colaboran en la redefinición de su barrio o municipio. Ayudan a transformarlo, haciéndolo más democrático, accesible y amable, en la línea de esta ciudad de los niños que dibuja el pedagogo Francesco Tonucci.

 

Pero la escuela de participación más genuina para los niños no es el barrio o la escuela sino la propia educación en el ocio. Así, desde hace muchas décadas los centros de educación en el tiempo libre y grupos scouts son un espacio privilegiado para el ejercicio del derecho de participación, puesto que los niños y jóvenes aprenden a decidir colectivamente en un marco de cotidianidad. La participación en los centros de educación en el tiempo libre y grupos scouts no se tiene que trabajar como una actividad diferenciada porque es la propia esencia de su funcionamiento. Así, comprometer los niños en la deliberación, la elección y programación de las actividades, en la gestión de la pluralidad de intereses y en la evaluación de las consecuencias de las decisiones es la mejor manera porque los niños puedan ejercer de manera efectiva su derecho a la participación. Hace más de veinte años, cuando no se había desarrollado todavía toda la teoría de los procesos participativos, ya aplicábamos de manera progresiva a la edad de los niños y adolescentes un principio muy sencillo: ¿Campamentos? ¿Actividades? ¿Centro de interés? ¡Los niños proponen, los niños eligen, los niños evalúan!

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XaviVillalvilla
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Román Álvarez
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